lunes, 27 de abril de 2009

Las disputadas aguas chilenas (Raúl Sohr, La nación, Dgo. 26, Abril)

A fines de año, la ciudad de París pasará el agua potable a manos públicas. El tema de quién es el propietario de las aguas pena en muchos países. Pero en ninguno se efectuó una privatización más absoluta e irracional que en Chile. Aquí fueron cedidos todos los derechos de aguas a quienes lo solicitaron. Y los mejor situados para reclamarlos fueron las grandes empresas, con las eléctricas a la cabeza, con sus equipos de abogados y expertos. Ellos rastrillaron el país exigiendo que se les transfiriesen recursos que hasta entonces eran bienes públicos. Así excluyeron a agricultores y comunidades que hoy sufren la expropiación de un elemento sin el cual no pueden subsistir.
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Lo ocurrido en Chile bajo el régimen dictatorial es un referente internacional sobre los peligros que representa una privatización descontrolada. Con los años se ha legislado para forzar pagos a los detentores de concesiones. Aquellos que no utilizan las aguas en su poder deben pagar sumas que aumentan año a año. Pero esto no resuelve el tema de fondo: ¿por qué algún particular tiene el derecho a apropiarse de las aguas provenientes de deshielos o de las napas?
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Los parisinos privatizaron el agua, en 1984, con el argumento que estaría mejor administrada por privados. Una empresa quedó a cargo de los reservorios y otras dos se hicieron cargo de la distribución. Una de ellas es bien conocida en Bolivia pues se hizo cargo de las aguas de El Alto, un barrio-ciudad de la periferia de La Paz. Allí inició sus operaciones, en 1997, bajo el nombre de fantasía Aguas del Illimani. Su gestión no amplió el servicio pero multiplicó los precios, lo que dio pie a una cuasi insurrección. Finalmente fue expulsada del país en 2005. En París el proceso no fue tan dramático, pero igual no cumplieron con las expectativas públicas. Y es que el móvil de las empresas es multiplicar su lucro antes que satisfacer a los clientes. Las tres empresas, aparte de tener problemas de coordinación, tenían una meta común, por encima de brindar un servicio de primera necesidad, y ella era rendir los mejores dividendos posibles para sus accionistas.
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La situación hizo crisis y Bertrand Delanoë, el popular alcalde de París, proclamó que "el agua constituye un bien común esencial que exige una gestión eficaz y solidaria fundada en un control público". Tras largos debates, el agua vuelve a su curso público. Es, entre otras instituciones, una gran victoria para la Fundación Danielle Mitterrand que preside la homónima viuda del ex presidente francés. Danielle Mitterrand pasará una semana en Chile brindando su respaldo a diversas campañas nacionales. En primer lugar participará el lunes, a partir de las 9 horas, en el ex Congreso Nacional, en el seminario "Recuperemos el agua para Chile", en el que participará el senador Guido Girardi junto a otros parlamentarios. El propósito del encuentro es dinamizar la "campaña por la nacionalización del agua". El jueves habrá una segunda oportunidad para verla y seguir los debates sobre el destino del agua, esta vez por cuenta de organizaciones no gubernamentales reunidas en la Universidad de Chile. El seminario "Bienes públicos para la humanidad y la democracia" tendrá lugar en el auditorio José Carrasco del Campus Juan Gómez Millas y comenzará a las 9:30 horas.
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Otra dimensión del agua, más allá de quién es el propietario, es su creciente utilización. El setenta por ciento está destinada a la agricultura, y baste tener en cuenta que para cosechar un kilo de trigo se requieren mil litros. Los carnívoros deben saber que para producir un kilo de carne de vaca se consumen 15 mil litros. Es cuestión de sacar la calculadora y analizar las dietas de los distintos pueblos. El consumo personal en Estados Unidos y Europa necesita cinco mil litros de agua diarios. Las dietas arroceras y vegetarianas de los asiáticos insumen sólo dos mil litros. No guarde la calculadora: en 1985 los chinos consumieron un promedio de 20 kilos de carne por año. Este año, cuando ya suman más de 1.300 millones de personas, engullirán 50 kilos. La prosperidad implica más consumo. Además aumenta el número de humanos: para 2030 habrá dos mil millones más de bocas que alimentar, y eso requiere de un sesenta por ciento más agua para la agricultura.
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Las necesidades proyectadas son una razón más para asegurar que el agua sea administrada por autoridades públicas, capaces de expresar los intereses del bien común, con una visión de largo plazo y no de obtener dividendos a rendir en la próxima junta de accionistas. Manuel Baquedano, director del Instituto de Ecología Política, señala que el acceso al agua, al constituir una condición esencial para la vida, "debe ser considerado como un derecho humano". El debate sobre el futuro del agua en Chile, como en el resto del mundo, debe figurar alto en la agenda ciudadana. //LND

1 comentario:

  1. Si vivillo ,defiendes tu patria ,mientras tanto favoreces la siembra de marihuana en ARGENTINA para que nos liquidemos bien

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